Desde el INPRES, se informó que si bien la región noroeste ha soportado terremotos destructivos en los últimos 400 años, éstos no han afectado mayormente a las zonas más densamente pobladas y, en consecuencia, no se le ha dado al problema sísmico la importancia que real-mente tiene en función del elevado nivel de peligro sísmico potencial. El terremoto del 25 de agosto de 1948, con epicentro en Metán, fue quizás el de mayor trascendencia de la región por los daños que produjo en varias poblaciones de esa provincia y la de Jujuy, si bien fue reducido el número de víctimas.
Totalmente diferente ha sido la situación en la zona centroeste del país, donde los terremotos se han constituido en verdaderos desastres regionales. El terremoto del 20 de marzo de 1861 marca el inicio de una serie de eventos sísmicos que afectaron a las provincias de San Juan y Mendoza. Este terremoto destruyó totalmente a la ciudad de Mendoza, dejando un saldo de muertos equivalente a la tercera parte de la población, según los informes de la época, y puede considerarse uno de los terremotos más desastrosos del siglo pasado en todo el mundo. Por otra parte, el terremoto del 15 de enero de 1944, que destruyó a San Juan, representa con sus 10.000 muertos, la mayor catástrofe de toda la historia argentina.
El "silencio sísmico"
Los registros marcan que el último terremoto importante en Salta fue en el año 1948 y tuvo su epicentro en nuestra ciudad dando origen a los cultos en honor al Señor y Virgen del Milagro. El más reciente que haya sentido la mayoría de la población en 1973. En la provincia hubo pocos movimientos claramente perceptibles desde entonces. Otras provincias, como Córdoba, tienen menos posibilidades de tener terremotos pero pasan por pequeñas sacudidas periódicamente, lo que hace que la gente esté más advertida.
En una escala que mide el peligro sísmico de uno a cuatro, La Caldera, Capital, Rosario de Lerma, Güemes, Chicoana, Cerrillos, Metán y parte de Orán, La Viña y Guachipas están en una zona tres. El resto de la provincia está en un punto dos, de menor alerta, pero con posibilidades de agitaciones fuertes.